Con el confinamiento he estado profundizando en algunos temas leyendo libros de psicología que tenía pendiente. Un tema que me ha tenido absorta gran parte de estos días ha sido la soledad en la tercera edad, sobretodo la soledad en el ámbito de la pareja y lo sexual. Este tema me ha parecido de especial interés y relevancia, ya que, aunque la soledad en la vejez es un tema ampliamente tratado, parece que todavía es un tabú el hecho de que nuestros mayores tengan vidas amorosas al igual que nosotros, acabando muchas veces por coartar la libertad de los mismos.
En principio tal y como dice Felix López podríamos clasificar la soledad en la vejez en 3 tipos:
Soledad emocional. Es la que sufrimos cuando nos faltan nuestras figuras de apego, las figuras de las personas de las que recibimos la aceptación incondicional (padre, madre, hijos, etc).
Soledad social. La sufrimos cuando no tenemos amistades ni redes sociales que satisfagan nuestra necesidad de hacer actividades, divertirnos y disfrutar de nuestro día a día.
Soledad sexual/amorosa. En este caso no se ve aliviada con el simple hecho de tener encuentros sexuales, es necesario que haya intimidad y compromiso.
Esta última soledad está íntimamente ligada a la emocional y social, ya que, como todos sabemos una pareja puede cubrir necesidades sociales como amistad y nos puede brindar esa aceptación incondicional, siendo por tanto la privación de esa oportunidad de crear lazos amorosos a esta etapa una conducta que puede afectar de forma negativa a la salud de la persona.
En la vejez parece que este tipo de soledad se niega socialmente, tanto es así que se cree que a partir de cierto momento vital los ancianos no tienen necesidades pareja o sexuales, recurriendo al tópico de "viejo verde" en el hombre y en la mujer directamente se niega la capacidad de deseo de la misma. Lo primero que debemos tener en cuenta es que somos seres sexuados y nuestra realidad se ve impregnada bajo este prisma, al igual que al ser seres verbales no concebimos vivir sin lenguaje, el sexo nos acompaña durante todo el ciclo vital. No debemos olvidar que a diferencia de los animales nosotros, los humanos, podemos decidir. Esto quiere decir que, aunque es cierto que la capacidad sexual nos acompaña a lo largo de toda nuestra vida hasta la muerte, también debemos tener en cuenta que tanto decidir tener sexo como decidir no hacerlo es lícito y no debe obligarse a nadie a realizar ninguna de las dos opciones.
Con este escrito quiero hacer la presentación de una carpeta dedicada a la sexualidad de los adultos mayores, a sus cambios en la fisiología sexual y a las relaciones. Aunque parezca que en principio si no eres de la población mencionada no resulta interesante, veremos que muchos de los problemas que se presentan en la vejez pueden hacerlo en otras etapas del ciclo vital, al igual que todas los tipos de soledad mencionados anteriormente pueden hacerlo.
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