En esta entrada pretendo hablaros de mi percepción como psicóloga acerca del TDAH. La intención de este post no es definir los síntomas del trastorno ni hablar de él desde una perspectiva psicológica, sino más bien hablar de las posibilidades que tenemos tras su diagnóstico y resolver las dudas que hayan surgido tras este. En los últimos tiempos el TDAH es uno de los trastornos con más diagnóstico entre los menores y se han difundido muchas teorías y definiciones del mismo. En este blog nos quedaremos con la definición de la Asociación Americana de Psiquiatría que en 2013 lo definió como un trastorno clínicamente heterogéneo que se caracteriza por falta de atención, hiperactividad y una mayor impulsividad. La clave parece encontrarse en la palabra heterogéneo, puesto que dentro de un mismo diagnóstico no todas las personas que lo poseen presentan los mismos síntomas. Dependiendo de la sintomatología que presente la persona encontraremos junto al diagnóstico de TDAH el matiz de "predominantemente inatento", "predominantemente hiperactivo" o "mixto".
¿Qué hacer tras el diagnóstico de TDAH?
En primer lugar, no hay que alarmarse, es un trastorno que tiene, por lo general buena proyección y suele atenuarse la sintomatología conforme la persona llega a la adultez, pese a que en ocasiones puede persistir también en esta etapa. Aun así, para que se lleguen a atenuar los síntomas es importante que se aborde adecuadamente para así evitar que aparezcan otros problemas o trastornos comórbidos al mismo. Para ello, desde mi punto de vista y experiencia, lo mejor es contar con la ayuda de una asociación en la que se realicen terapias individualizadas a los integrantes o con un psicólogo particular que aconseje a la familia y ayude a controlar los síntomas trabajando en las áreas problemáticas (falta de concentración, auto instrucciones, exceso de energía, impulsividad, etc.).
En cualquier caso lo más importante va a ser la familia, puesto que es el entorno más cercano al niño y su grupo social de referencia. Por ello la familia deberá trabajar de cerca con el psicólogo e implicarse en el tratamiento para que este sea exitoso.
¿Es necesaria la medicación?
Antes de comenzar con este punto, debemos tener en cuenta que la medicación solo la debe supervisar el médico y que únicamente si este lo estima necesario se debe interrumpir el tratamiento.
Con respecto a la medicación hay muchos autores a favor y en contra de la misma. Si me preguntáis por mi opinión, creo que es una ayuda importante al empezar con el tratamiento, siempre y cuando esta medicación no esté causando en el usuario efectos secundarios. Favorece que los síntomas aparezcan con menor intensidad en la persona y que se pueda avanzar más rápido en terapia. Sin embargo, no creo que sea absolutamente necesario mantener esta medicación de por vida. Una vez se hayan controlado los síntomas y la persona cuente con estrategias suficientes para enfrentarse a las demandas que recibe en su día a día podría ser oportuno consultar con su médico la posibilidad de dejar la medicación en pos de comprobar si se encuentra bien sin ella.
¿Podrá mi hijo llevar una vida "normal"?
Es importante tener en cuenta que es un trastorno que afecta tanto a nivel académico, donde los síntomas del mismo pueden favorecer que se produzca fracaso escolar, y, a nivel social, donde el comportamiento derivado de la sintomatología puede afectar a las relaciones sociales. No obstante, bajo mi punto de vista, si que se puede llegar a tener una vida y un crecimiento normativo, o al menos muy similar al de sus compañeros. Esto será posible siempre que se hayan dado previamente un buen diagnóstico, acompañamiento psicológico para potenciar las habilidades que tiene y desarrollar las que aparecen disminuidas como, por ejemplo, la concentración y una buena implicación familiar.
Para finalizar me gustaría dejar el mensaje de que no debemos etiquetar todos los comportamientos molestos como TDAH. Debemos ser conscientes de que los niños necesitan gastar energía, correr, jugar, gritar, cantar, etc. Y, que en numerosas ocasiones a causa de nuestra vida de adultos sedentarios provocamos que esa energía se acumule y salga como un estallido. Pese a lo ocupados que están los padres es oportuno sacar un rato para que el niño sea niño. Esto último, tanto en el caso de los TDAH como en el caso de los menores sin trastornos será muy positivo y mejorará la convivencia familiar.
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