En el último año, tras la aparición de la pandemia de la Covid-19 y el aislamiento social surgido con ella se ha experimentado un aumento de las consultas en salud mental. Entre las sintomatologías que más aparecen se encuentra la ansiosa. Esta sintomatología se ve alimentada por la percepción de peligro (real o imaginario) que tiene la persona. Las respuestas ante esta percepción se dividen en cognitivas, fisiológicas y motoras.
Debemos tener en cuenta que la ansiedad no es una patología por si misma, dependiendo del nivel que estemos experimentando será negativo o positivo para nosotros.
Niveles de ansiedad leve: en estos niveles actúa de forma positiva aumentando el estado de alerta, mejora el aprendizaje y el manejo de estrés y se potencia la resolución de problemas.
Niveles de ansiedad moderado: en este nivel son efectivas las técnicas de relajación, se potencia la capacidad de centrarse en las principales preocupaciones, dificulta la atención (atención selectiva) y el aprendizaje, necesidad de ayuda para la resolución de problemas.
Nivel de ansiedad intenso: en este nivel la persona presenta incapacidad a la hora de centrarse y resolver problemas, se activa el sistema nervioso simpático (se acelera la respiración, por ejemplo), requiere que se estructuren las actividades y se produce una intensa actividad muscular.
Nivel de ansiedad extrema/pánico: en este nivel el sujeto presenta incapacidad total para centrarse y se desintegra la capacidad de afrontamiento. En este nivel es útil la disminución de los estímulos sensoriales, crear una estructura y establecer dirección.
Estas respuestas ansiosas han empeorado en el último año con el aislamiento social, la imposibilidad de realizar nuestras rutinas habituales, el confinamiento, la amenaza de una enfermedad desconocida y la imposibilidad de realizar algunas de las actividades o ejercicios de escape a la ansiedad que el individuo haya aprendido a lo largo de los años (por ejemplo, imposibilidad de dar paseos debido a los confinamientos o de ver a nuestras figuras de apoyo).
No hay que tomarse a la ligera la sintomatología ansiosa, ya que, forma parte de multitud de trastornos psicológicos. Si vemos que no somos capaces de rebajar estos síntomas con actividades y ejercicios relajantes y la ansiedad está comenzando a interferir en nuestra vida debemos buscar ayuda profesional antes de que se genere una patología.
En futuras publicaciones trataremos con más profundidad los diversos trastornos de ansiedad.
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